Por: Nataly González Salamanca – Comunicación Digital Levapan.
Hay preguntas trascendentales en la vida de las personas, una de esas tiene que ver con la elección de la profesión, la respuesta generalmente llega a través de los gustos, las habilidades, una vez se ha definido cuál es el camino, la realidad pone su cuota y muchas veces dice: No.
Eso fue lo que le pasó al hoy reconocido chef Julio Alberto Mojica, bogotano de nacimiento y caleño por adopción.
En sus años de colegio lejos estaba de pensar que sería chef, que sería el primer escultor de alimentos en Colombia y que sería el primero en fundar una escuela de gastronomía.
Su pasión estaba en lo artístico, soñaba con ser arquitecto, sin embargo la cocina lo enamoraría y el amor sin importar la forma siempre duele.
La Escuela de Gastronomía CocinArte, es el resultado de un arduo trabajo y de unir el amor con la pasión, es el lugar donde la cocina y el arte se funden, entregando a la sociedad profesionales altamente calificados, con los conocimientos requeridos en un mercado tan competitivo y exigente como el actual.
Los fundadores de la escuela son dos reconocidos Chefs: Julio Alberto Mojica y Betty Rodríguez, dos personas apasionadas no solo por la cocina sino por la importancia de trasmitir los conocimientos de manera adecuada, para que realmente sea una opción de vida para quienes estudian.
¿Cómo llegó a la gastronomía a su vida?
Julio Mojica: Por necesidad, la verdad no estaba en mis planes, dos engaños me llevaron a ella – afirma entre risas don Julio.
Engaño # 1 : Cuando uno es estudiante siempre necesita tener plata y alguien me preguntó que si me interesaba trabajar como Steward, pregunté qué era eso y me contestaron ¿le interesa o no le interesa? dije si, siempre y cuando me paguen bien. Steward me sonó al cantante que estaba de moda en esa época Rod Stewart, entonces me puse feliz porque creí que el trabajo tenía que ver con la música, disc jockey o algo así, me dieron la dirección y llegué a la Cooperativa de Pequeños Industriales Metalúrgicos, se me hizo raro porque no tenía pinta de discoteca, entonces cuando me preguntaron a qué iba, les dije que yo era el Steward, me pasaron un delantal y ahí me enteré que era el encargado de lavar los platos. Me dolió todo mi cuerpo ese día, no pensaba volver, pero cuando vi el pago, todo dolor desapareció y regresé, poco a poco aprendí cosas de cocina porque ya lavaba los platos más rápido y me quedaba tiempo.
Engaño# 2: Mi anhelo era estudiar Arquitectura, pero no se podía por plata, la única posibilidad de estudiar era gastronomía, tenía un familiar que era el director de Centro Nacional de Hotelería y me dijo que estudiara y que cuando me graduara, él me ayudaba para que entrar a trabajar en la Flota Mercante Gran Colombiana, así lo hice y cuando terminé la carrera, mi ilusión era irme a conquistar el mundo, pero no me dejaron porque era muy joven y el medio era muy pesado, entonces me dediqué a trabajar en distintos restaurantes en Bogotá, en Casas de Banquetes.
Estar graduado no garantiza que le gustara su profesión, ¿qué lo cautivó?
JM: La verdad mientras estudiaba le cogí cariño, me atrajo las posibilidad de elaborar diferentes recetas, etc., sin embargo ya al ejercerla se me hacía tan repetitiva, que en un momento se me volvió monótona, entonces un día se me ocurrió la brillante idea de estudiar dibujo y escultura porque a mí esa parte artística me gustaba mucho, la intención era poder mezclarlo con mi profesión.
Durante ese proceso se me presentó la posibilidad de irme a trabajar en un barco, volvió a mí, la refundida ilusión de conquistar el mundo pero nuevamente mi imaginación me jugó una mala pasada, yo visualicé mi vida de Chef como la mostraban en un programa que se llamaba el “Crucero del Amor”, me embarqué en Manhattan (New York), estaba en el muelle esperando el barco, cuando veo las aguas de río Hudson ondear despacio, dando paso al majestuoso barco que la neblina lentamente empezó a revelar ante mis ojos, era inmenso y esa imagen me ratificó mi imaginario.
foto tomada de: www.cocinarteescuela.com
foto tomada de: www.cocinarteescuela.com
Cuando llegué dónde el Chef del barco que era hondureño, me hizo dos preguntas y le contesté que no sabía hacerlo, me regañó tanto ese señor, pero no supe que tanto me dijo porque mis ojos se habían detenido en la imagen más hermosa que hasta ese momento había visto, fue un instante revelador porque eso cambió mi vida para siempre, era un señor que estaba tallando en una sandía el rostro de una mujer, ese día supe que eso era lo que quería hacer, luego vi a otras personas hacer unas flores en cebolla cabezona y vi como las montaban en las bandejas, eso me pareció espectacular.
El Chef estaba tan bravo que me dijo que si me quedaba era haciendo el aseo y no como Sous Chef en cocina fría que era para lo que se suponía me habían contratado, me entregó una escoba, un trapero y un cepillo, era eso o irme, acepté. Fue una época muy difícil, hacer aseo era muy duro, entre lágrimas me motivaba pensando en esa escultura que había visto que era lo que me había hecho quedarme ahí.
A los 4 meses el filipino que tallaba en hielo se accidentó y había que hacer una exhibición frente al público, nadie sabía hacerlo, entonces aproveché la oportunidad, le dije al jefe que podía hacerlo, el bloque que había que tallar era inmenso, pero lo logré, hice una canasta. Muchos me felicitaron, me sentí muy feliz.
Luego al barco llegó Un Chef filipino que vio que yo era cocinero y me puso en el cargo para el que inicialmente había sido contratado, duré un año. Ese trabajo me cambió en muchos aspectos. A veces me pregunto si yo le hubiera hecho caso al Chef hondureño ¿qué habría sido de mi vida?, a veces es mejor escuchar la voz de la pasión, aunque las circunstancias y las personas lo hagan a uno dudar.
Después del barco llegué al SENA a mostrarles todo lo que había aprendido, tallados de frutas, verduras, icopor, etc. en ese momento aquí era una novedad, así que me propusieron ser instructor de cocina fría, para eso me formaron en pedagogía, metodología, y enseñar me encantó, duré 9 años dando clases.
¿Cómo surge la idea de CocinArte?
JM: De la experiencia en el barco y de mis años de profesor del SENA, junto con mi esposa, que también es Chef, empezamos a soñar con la idea de tener una escuela, quería algo que conjugara las cosas que había aprendido, entonces en Bogotá arrancamos con una escuela de cocina que se llamó Taller el obrador, la iniciamos con unos amigos del SENA, pero éramos muy inexpertos, duró unos poco meses y desapareció, esa fue la primera escuela particular de cocina que existió en Colombia.
Luego nos sale una oportunidad junto con mi esposa de venirnos para Cali y montamos un restaurante que se llamó Semilla de Mostaza, ahí empezamos a dar clases, la idea era volverlo escuela pero no teníamos los espacios requeridos, entonces conseguimos una casa y empezamos con la escuela, luego de 6 años montamos el restaurante para asegurar además la parte legal, pues hay un decreto que dice que toda institución educativa debe contar con un centro de formación propio que garantice al menos el 50% de la formación práctica de los estudiantes y si no lo tiene debe hacer convenio con otras instituciones.
¿De dónde surge el nombre?
JM: CocinArte nace de lo que aprendí en el barco, esa parte artística que siempre quise tener y ese nombre lo fusiona muy bien.
¿CocinArte con cuántos estudiantes inicio y con qué cursos?
JM: Iniciamos con 16 estudiantes empezamos dictando cocina con una duración de 4 semestres y después siguió pastelería igual con 4 semestres, hasta el día de hoy ya se han graduado 180 estudiantes, tenemos programas de especialización, diplomados avalados por el Ministerio de Educación y ya contamos con la certificación de calidad en Cocina y Pastelería.
¿Cómo llegan a los convenios internacionales?
JM: El primer convenio fue en Argentina exactamente en la provincia de La Plata, después de unos años, 3 instituciones crearon una organización en Guajaca de Juárez (México) llamada OIGAHTUR -Organización Internacional de Escuelas Gastronómicas Hoteleras y de Turismo- en las que estaba una escuela por supuesto de México, Paraguay y CocinArte de Colombia, la organización dio excelentes resultados tanto así que ya son 11 Instituciones que apoyan y educan a miles de estudiantes de muchas partes del mundo.
¿Qué es lo más gratificante del ejercicio de enseñar?
JM: Algo muy gratificante y reconfortante es cuando hacemos las ceremonias de graduación, ver como muchos estudiantes no sabían para donde ir y salen con una expectativa diferente, eso es una cosa espectacular.
foto tomada de: www.cocinarteescuela.com
“El que abra una escuela de cocina pensando en el dinero, está equivocado, esto es para ayudar”- CocinArte ha movilizado a Latinoamérica a más de 130 estudiantes de diferentes nacionalidades, además hace presencia en muchas partes del mundo como: Patagonia, México, Paraguay, Venezuela, Argentina, Guatemala entre muchas otras.
Acérquese a CocinArte y enamórese de sus programas académicos, la escuela está ubicada en la Av. 6N# 47-53, barrio El Bosque, Cali (Valle del Cauca.
“Cuando quieres cumplir un sueño, lograr una meta tienes que hacer las cosas lo mejor posible” – Betty Rodríguez.